Palabras de la infancia, para el futuro
Hace ya 71 años, la imaginación de Antoine de Saint-Exupéry nos otorgó a uno de los personajes más celebres que se conocen dentro del mundo literario hasta el día de hoy: El Principito. Cuento clásico que cuenta la aventura de un piloto que se queda varado en el desierto, su experiencia mientras conoce a aquél niño idealista de cabello dorado y la historia de cómo terminó en la Tierra después de viajar por distintos asteroides.
Claro está, muchos de nosotros lo recordaremos como aquel libro que tuvimos que leer en nuestra época de primaria y que nos dejó sumamente confundidos, pero a la vez entretenidos, con su gama de coloridos personajes y situaciones peculiares.
Leer esta joya literaria mucho tiempo después desde la primera vez que la tuve entre mis manos –y por “leerla de nuevo” me refiero a unas 5 o 10 veces, hizo que me diera cuenta de algo que creía solo era una de aquellas ideas románticas que suceden cuando se idealiza una obra de arte. En este caso, no era así. Era un hecho. Cada vez que pasaba sus páginas, parecía un libro completamente nuevo; un espacio de imaginación que parecía abrirme los ojos a detalles que no habían estado ahí anteriormente. Interesado en enseñarme aquellas cosas a las cuales no les había prestado atención, a valorarlas, reflexionarlas y aplicarlas.
A continuación, es mi placer presentarles ocho frases simples de este maravilloso libro, frases que prueban ser consejos extremadamente útiles para nuestra vida diaria:
- Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos.
- Es preciso soportar dos o tres orugas si quieres conocer a las mariposas.
- Se debe de pedir a cada cuál lo que está a su alcance realizar. La autoridad reposa, en primer término, sobre la razón.
- Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo, eres un verdadero sabio.
- Todas las personas mayores han sido primero niños. (Pero pocos lo recuerdan)
- Para los vanidosos, todos los demás hombres son admiradores.
- Eres responsable para siempre de aquello que domesticas.
- No se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos.
Y tú, el día de hoy: ¿podrías poner alguna de estas enseñanzas en práctica?
Por: Balila Schmal – SBGDL