Entre latidos y tambores
El copal atravesaba como fantasmas los cuerpos. Era parte del proceso para limpiar el cuerpo y poder ingresar a la habitación. Un enorme tambor esperaba, en la esquina, su turno para ser el estelar del día. La abuela Ana Tere acomodó a los hombres alrededor él. Las mujeres se encontraban sentadas en el suelo alrededor de la habitación. Este ejercicio era parte de la Bioprogramación Chamánica organizado por Diálogo Multicultural Universal de la Fundación Carpe Diem Interfé, para equilibrar la relación masculino-femenino.
Tump, Tump, Tump. El tambor resonaba como latidos. Los hombres golpeaban al unísono la superficie. Las notas inundaron los rincones, y las lágrimas empezaron a brotar en Casa Lahak. La abuela Ana Tere tomó un tambor más pequeño y comenzó a cantar, gritar, hacer ruidos. Las notas se mezclaron en el aire. Los sentimientos se tornaron a flor de piel.
Después fue el turno de las mujeres de tocar aquel instrumento. “Iiiia, iiiia, iiiiaaaaa” “soy un ser de tierra, soy un ser de agua” “soy un ser de aire, soy un ser de fuego” las voces se unificaron con la voz de los tambores. Las canciones comenzaron a emerger. Los cuerpos comenzaron a bailar.
La energía crecía con cada golpe de tambor. La unión se manifestaba con cada palabra pronunciada. Brincos, saltos, risas, manos al cielo; la timidez ya no cabía. Las vibraciones aumentaban con forme vibraba el tambor con cada impacto.
“Los tambores unifican los latidos del corazón” dijo la abuela Ana Tere, “son una fuente de curación”.
Cada uno de los participantes contó su experiencia a partir del tambor. Algunas lágrimas emergieron, todos escuchaban atentos.
La abuela Ana Tere contó su experiencia y descubrimiento del tambor. El poder que éste tiene para elevar las vibraciones, para sanar.
Los participantes del encuentro de Neochamanismo y Espiritualidad Ancestral comenzaron a salir de la habitación. Y el tambor se quedó en la esquina, en la espera de su próxima aparición.
Por Isabelana Noguez
Voluntaria Fundación Carpe Diem Interfé
[:en]El copal atravesaba como fantasmas los cuerpos. Era parte del proceso para limpiar el cuerpo y poder ingresar a la habitación. Un enorme tambor esperaba, en la esquina, su turno para ser el estelar del día. La abuela Ana Tere acomodó a los hombres alrededor él. Las mujeres se encontraban sentadas en el suelo alrededor de la habitación. Este ejercicio era parte de la Bioprogramación Chamánica organizado por Diálogo Multicultural Universal de la Fundación Carpe Diem Interfé, para equilibrar la relación masculino-femenino.
Tump, Tump, Tump. El tambor resonaba como latidos. Los hombres golpeaban al unísono la superficie. Las notas inundaron los rincones, y las lágrimas empezaron a brotar en Casa Lahak. La abuela Ana Tere tomó un tambor más pequeño y comenzó a cantar, gritar, hacer ruidos. Las notas se mezclaron en el aire. Los sentimientos se tornaron a flor de piel.
Después fue el turno de las mujeres de tocar aquel instrumento. “Iiiia, iiiia, iiiiaaaaa” “soy un ser de tierra, soy un ser de agua” “soy un ser de aire, soy un ser de fuego” las voces se unificaron con la voz de los tambores. Las canciones comenzaron a emerger. Los cuerpos comenzaron a bailar.
La energía crecía con cada golpe de tambor. La unión se manifestaba con cada palabra pronunciada. Brincos, saltos, risas, manos al cielo; la timidez ya no cabía. Las vibraciones aumentaban con forme vibraba el tambor con cada impacto.
“Los tambores unifican los latidos del corazón” dijo la abuela Ana Tere, “son una fuente de curación”.
Cada uno de los participantes contó su experiencia a partir del tambor. Algunas lágrimas emergieron, todos escuchaban atentos.
La abuela Ana Tere contó su experiencia y descubrimiento del tambor. El poder que éste tiene para elevar las vibraciones, para sanar.
Los participantes del encuentro de Neochamanismo y Espiritualidad Ancestral comenzaron a salir de la habitación. Y el tambor se quedó en la esquina, en la espera de su próxima aparición.
Por Isabelana Noguez
Voluntaria Fundación Carpe Diem Interfé
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