Que la suerte esté siempre de tu lado

Dejando de lado los arranques hormonales que la adolescencia provoca y  siendo técnicamente positivos, podemos decir que en esta etapa no todo está perdido pues hay muchas cosas que se pueden disfrutar y compartir sin morir en el intento.

Una de las ventajas que, en lo personal ha resultado sumamente enriquecedora, es que se amplía el rango de películas, ya no solo nos limitamos a reír a con las puntadas de Dori, sino también podemos entrar en la tragedia de los Juegos de Hambre; de igual forma, disfrutar una obra de teatro o alguna presentación cultural también es posible, sin ser interrumpidos por la inevitable visita al baño o por el inoportuno desinterés que naturalmente tienden a manifestar los niños.

 Incluso en esta etapa juvenil de los retoños, es común compartir algunos gustos musicales y, tener la posibilidad de disfrutar a la par de algún concierto cuyo artista sea significativo para los dos, se convierte en una experiencia que quedará instalada en ambas memorias. La atmósfera, el ambiente y la energía que se genera durante el tiempo de espera, en el concierto mismo y/o en la canción favorita,  puede llegar a fortalecer el lazo padre-hijo ya que el territorio es neutral, deseado y compartido con miles de personas que solo buscan pasarla bien.

 No se trata de convertirnos en los mejores amigos de nuestros hijos, simplemente de disfrutar las cosas que se tienen en común con ellos y con algo de suerte, podremos aparecer en las fotos de su cuenta en Facebook.

Por: Kaira Gallardo-SBGDL